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¿Estamos realmente derribando las barreras en la educación física?

El enfoque contemporáneo de la inclusión educativa ha avanzado hacia una comprensión más situada de las barreras al aprendizaje y la participación (BAP), reconociéndolas como obstáculos generados por la interacción entre los estudiantes y sus contextos sociales, culturales, institucionales, más allá de atribuirlas a déficits individuales. En este marco, la educación física (EF) como disciplina activamente experiencial enfrenta desafíos particulares, pues su carácter corporal y dinámico puede intensificar tanto barreras como oportunidades inclusivas. Este ensayo explorará el concepto, tipos, ejemplos concretos y estrategias para superar las BAP en EF, fundamentado en autores e investigaciones reconocidas.


niños jugando

Booth y Ainscow (2002) introdujeron el enfoque de BAP, explicando que “surgen de la interacción entre los/as estudiantes y sus contextos; las personas, las políticas, las instituciones, las culturas y las circunstancias sociales y económicas que afectan a sus vidas”. Echeita (2002, 2013) enfatiza que dichas barreras no residen en el alumno como “problema”, sino en cómo el entorno escolar puede obstaculizar o facilitar su participación.


Tipos de barreras.

Diversas clasificaciones han sido propuestas. Según el Modelo Educativo de la SEP vigente, las BAP pueden agruparse en tres dimensiones:

  • Culturales: ideas, creencias y prejuicios que afectan expectativas y actitudes de docentes, familias y alumnos.

  • Políticas: estructuras rígidas, currículos inflexibles o evaluación estandarizada.

  • Prácticas: métodos de enseñanza, recursos, materiales o infraestructura limitada.


En el campo de la EF, se reportan específicamente:

  • Físicas: ausencia de instalaciones accesibles o equipamiento adaptado.

  • Actitudinales: estigmas, baja expectativa o discriminación hacia ciertos estudiantes.

  • Metodológicas: falta de formación docente para adaptar actividades inclusivas


Dimensiones y tipología de las BAP en educación física.

Las barreras al aprendizaje y la participación en Educación Física deben entenderse desde una perspectiva integral. Según una revisión sistémica, estas pueden clasificarse en:

  • Barreras organizacionales y contextuales: incluyen insuficiencia de recursos, infraestructura, equipamiento especializado y personal de apoyo (p. ej., asistentes o especialistas en educación adaptada). En diversos estudios omo los de Benzinger, Fejgin, Morrison, Gleddie, Hodge y otros, se destaca que la rigidez del currículo, el carácter competitivo de las clases y la falta de apoyo institucional limitan la inclusión de estudiantes con necesidades específicas.


  • Barreras actitudinales y culturales: actitudes negativas o baja expectativa de los docentes reducen significativamente las oportunidades de participación. Loreman identifica actitudes hostiles hacia la inclusión como limitadoras del acceso de alumnos con discapacidad a clases regulares, lo que les puede llevar a ausentarse voluntariamente.


  • Barreras relacionadas con recursos humanos: la escasez o falta de preparación de los asistentes y docentes en educación adaptada compromete la ejecución efectiva de estrategias inclusivas. A menudo no se aprovecha adecuadamente el potencial de los asistentes, ya sea por falta de formación o de coordinación.


  • Barreras individuales y sociales: revisiones sobre la participación en deportes infantiles indican que factores como la falta de tiempo, costos, miedo al juicio, baja competencia percibida, estereotipos de género y falta de transporte son obstáculos recurrentes. En especial, las niñas enfrentan presión social sobre la feminidad y preocupación por la apariencia, lo que afecta su percepción de competencia y reduce su participación en EF.


Experiencias y percepciones: vida real en el aula de EF.
  • En el contexto de estrategias consideradas “inclusivas”, los estudiantes con discapacidad ortopédica reportaron sentirse “expuestos”, ser objeto de atención y marginación social, incluso cuando las intenciones eran bien intencionadas (como asignar equipos o permitir elección de actividades). Esto demuestra que enfoques rígidos o no diferenciados pueden causar daño inadvertido.


  • En un estudio cualitativo con profesores de EF que imparten clases en contextos inclusivos, emergieron dos factores clave para facilitar la participación: un entorno estructurado y acogedor, y estrategias pedagógicas centradas en colaboración entre alumnos antes de centrarse en el rendimiento físico o competición. La comunicación clara y la adaptación son esenciales.


  • En entornos como Quebec, docentes reconocen que la inclusión efectiva depende de su formación profesional continua, conocimiento sobre limitaciones funcionales, infraestructura adecuada y equipos adaptados. La escasez en cualquiera de estos elementos representa una barrera significativa.


Estrategias inclusivas: buenas prácticas basadas en evidencia.
  • Pedagogía cooperativa: modelos como el aprendizaje colaborativo (Dyson & Strachan, 2000; Slavin, 1996) propician la inclusión mediante el trabajo en grupo, la responsabilidad individual dentro del equipo y el intercambio positivo entre estudiantes. Se ha documentado que estas dinámicas mejoran no solo el desempeño físico, sino también la experiencia cognitiva, afectiva y social.


  • Adaptaciones didácticas y de equipamiento: modificar juegos tradicionales, ofrecer actividades opcionales según nivel de habilidad, personalizar tareas motrices: todo ello ha mostrado resultados positivos en la participación de alumnos con discapacidad.


  • Atención estratégica del docente: el uso de la proximidad física (teacher proximity) para mantener el enfoque de estudiantes con discapacidad, si bien puede ser beneficioso, también puede generar sensación de separación o estigmatización cuando se aplica de forma excesiva.


Dimensiones críticas del entorno educativo.
  • Políticas y cultura institucional inclusiva: un ambiente escolar que promueve el respeto, con políticas explícitas de apoyo en casos de bullying o discriminación (como hacia estudiantes con obesidad), favorece la participación inclusiva.

  • Flexibilidad curricular: currículos rígidos limitan la capacidad del docente para ajustar actividades. En cambio, uno con margen para la creatividad permite adaptar a la diversidad.

  • Recursos adecuados: la disponibilidad de instalaciones, equipamiento especializado y formación docente constituye una base indispensable para la inclusión real.


Ejemplos prácticos en educación física y su relación con las BAP.

Barreras físicas y de infraestructura.

  • Situación: un alumno con discapacidad motriz utiliza silla de ruedas, pero la cancha de básquetbol de la escuela tiene escalones de acceso y no cuenta con rampas ni superficie nivelada.

  • Consecuencia: la clase se imparte en ese espacio, lo que obliga al alumno a permanecer en la orilla como espectador.

  • Solución aplicada (Hodge, 2012): tras la evaluación de accesibilidad, se trasladan las sesiones a un área plana del patio y se utilizan balones más ligeros y canastas a menor altura. Esta adaptación permitió la participación activa del estudiante en actividades de tiro y pase.


Barreras actitudinales.

  • Situación: durante una clase de juegos de persecución, una alumna con discapacidad visual es excluida por sus compañeros, bajo la creencia de que “puede lastimarse”.

  • Consecuencia: la alumna evita asistir a futuras sesiones, reduciendo su nivel de actividad física.

  • Solución aplicada (Loreman, 2010): el docente implementa una dinámica de “guía de compañero”, donde cada alumno con discapacidad visual es acompañado por un par, entrenado para comunicar instrucciones y asistir en desplazamientos. Esto no solo incrementó la participación, sino que también fortaleció la empatía y el sentido de grupo.


Barreras metodológicas.

  • Situación: clase de resistencia aeróbica en la pista, diseñada con un único objetivo: completar 1 km en el menor tiempo posible. Los alumnos con baja condición física o con asma son incapaces de seguir el ritmo.

  • Consecuencia: se generan sentimientos de frustración y abandono de la actividad.

  • Solución aplicada (Dyson & Strachan, 2000): se modifica la sesión para incluir estaciones de ejercicio con distintos niveles de intensidad y pausas activas. El éxito se mide por el esfuerzo personal y no por el tiempo final, promoviendo así la autoeficacia y la permanencia en la actividad.


Barreras culturales y de género.

  • Situación: en un contexto rural, existe la creencia de que el fútbol “es cosa de hombres” y las alumnas evitan participar.

  • Consecuencia: las niñas quedan relegadas a roles pasivos, observando desde la periferia.

  • Solución aplicada (Benzinger et al., 2024): Se diseñó un torneo mixto de “fútbol adaptado” con reglas modificadas (espacios reducidos, número de jugadores equilibrado, balón más liviano) y con roles rotativos. el aumento de la participación femenina alcanzó el 80% tras tres semanas.


Barreras económicas y de acceso.

  • Situación: un grupo de estudiantes no puede asistir a un torneo interescolar porque requiere uniforme especial y transporte, lo que representa un gasto para sus familias.

  • Consecuencia: pérdida de oportunidades para competir y desarrollarse socialmente.

  • Solución aplicada (Bertills & Björk, 2024): la escuela gestionó apoyo con empresas locales para patrocinar el transporte y uniformes; además, se realizaron eventos internos gratuitos que replicaban la experiencia competitiva.


Barreras sociales y estigmatización.

  • Situación: un alumno con obesidad recibe burlas constantes cuando realiza actividades de velocidad.

  • Consecuencia: ansiedad y baja motivación para participar.

  • Solución aplicada (Haegele & Sutherland, 2022): el docente incorporó juegos cooperativos donde el éxito no dependía de la velocidad individual, sino de estrategias grupales (p. ej., relevos con resolución de acertijos físicos). Esto permitió que el alumno destacara en otras habilidades y se sintiera valorado por sus compañeros.


Referencias bibliográficas
  • Booth, T., & Ainscow, M. (2002). Index for inclusion: Developing learning and participation in schools. [Definición del enfoque BAP].

  • Echeita, G. (2002, 2013). Enfoque de barreras para el aprendizaje y participación; énfasis en contexto social vs déficits individuales.

  • SEP. (2018). Modelo Educativo 2018 (Clasificación de barreras: culturales, políticas, prácticas).

  • Naranjo Naranjo, & Sánchez Encalada (2024). Inclusión y adaptación en la Educación Física: estrategias para la participación de estudiantes con discapacidades. Podium, Revista de Ciencia y Tecnología en la Cultura Física.

  • Block, M. E. (2007). Inclusión en el aula de educación física. (Barreras físicas, sociales, culturales e institucionales en EF)

  • Covarrubias, P. (2019). Barreras para el aprendizaje y la participación: propuesta de clasificación. Escuela Normal Superior.

  • Ríos, M. (2009). La inclusión en el área de Educación Física en España. Análisis de las barreras para la participación y aprendizaje. Ágora para la Educación Física y el Deporte, 9, 83-114.

  • López-Bermúdez, E., et al. (2023). Barreras y facilitadores de la actividad física en la infancia. Análisis sistemático: políticas restrictivas, estigmas, estereotipos de género, inseguridad comunitaria, poca colaboración educativa.


Te compartimos el siguiente video que puede ser de gran enriquicimiento en tu quehacer profesional.


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